Por John Acosta
Llevaban cerca de 20 minutos de un
partido intenso. Ni siquiera el calor insoportable de esa noche le impidió a
José Monterrosa Padilla correr a lo largo y ancho de la cancha de fútbol, en
medio de su destreza en el dominio del balón. No obstante sus gambetas
magistrales, él no había logrado concretar ningún gol para su equipo,
Carboneros. Iban cero a cero.