3 feb 2011

El Niño Dios, desde la hamaca

Por John Acosta

Esa noche, Aura Elisa Mendoza de Acosta (la vieja Aba) no pudo dormir. Desde que despidió la última visita rutinaria que le hacían sus vecinos, todos los días después de la cena, para reírse con anotaciones chistosas, ella empezó a preguntarse qué iba a ser si su hijo Alcides de Jesús no aparecía con los juguetes. Después de ponerle la tranca a la puerta de la calle, se paró frente al viejo cuadro del Sagrado Corazón de Jesús que colgaba en una de las paredes de barro de la sala, se llevó las manos a la cabeza en señal de súplica, miró fijamente a la imagen religiosa y desahogó con una sola frase el tormento espiritual que sentía en ese momento.

- Pobres mis muchachitos - dijo -. Dios mío, ayúdame.

Así fueron los inicios del M-19 en la democracia

Por John Acosta


La tarima estaba montada. La gente llegaba en grupos y solos. Una pareja de novios bajó de una buseta, se coló entre las personas y se ubicó en las barandas metálicas que habían puesto alrededor del escenario. Algunos prevenidos llevaron sus paraguas: el tiempo amenazaba con unos nubarrones negros que se la habían pasado todo el día dando vueltas en el cielo de Barranquilla. Nadie repartía banderas: cada uno llevaba la suya. Ni camisetas. Y, sin embargo, la gente llegaba.

Los tradicionales buses repletos de personas de todos los barrios de la ciudad, contratados siempre para transportar a los animadores fugaces de las manifestaciones políticas, no aparecieron por ningún lado. Un vendedor de «raspao» adornó las botellas que contenían las esencias de su producto con los tres colores del movimiento que esa noche proclamaba la candidatura de Gustavo Bell Lemus a la Gobernación del Atlántico: azul, blanco y rojo. Y en el centro, con letras negras, el nombre: “AD M-19".

Alicia Barros: cómo se forja una líder wayuu

Por John Acosta


Alicia Barros Velásquez, líder wayuu

La pequeña Alicia Barros Velásquez aprendió a tejer para hacerle honor a su carácter indomable: porque le dio la gana. Había quedado huérfana a los cinco años de edad y su hermana mayor se hizo cargo de ella para criarla con el rigor de las leyes indígenas. Desde que nació, Alicia vivió en la ranchería ware-waraw y muchas veces dejó de ir a jugar con las demás niñas para quedarse viendo, con un interés inusual para su corta edad, la maestría con que las mujeres del lugar tejían sus corotos de uso. Su imaginación infantil no le permitió percatarse, entonces, de lo mucho que le costaría a ella aprender a realizar esos trabajos artesanales.

La Luna dio a luz en La Guajira

Por John Acosta



Tenía razón el Jefe de Alberto Girado Caballero: si no se ponía las pilas, su trabajador recién llegado no le duraría mucho. No soportaría la soledad de un campamento tan distante del bullicio citadino a que el nuevo empleado estaba acostumbrado y se iría en poco tiempo. El «patrón» debía de hacer algo urgente para poder retenerlo. Se empeñó, entonces, en buscarle novia a Alberto Girado para que se amañara en aquel lugar solitario. Esa determinación le causaría el dolor de cabeza más largo de su vida porque no contó con que su trabajador de estreno tenía un corazón sediento de amor, capaz de sucumbir enseguida ante los remezones que le propinara la actitud hogareña de una dama bonita.

Bell cerró campaña a bordo de un helicóptero

Por John Acosta


Gustavo Bell Lemus
El campero llegó al edificio de la calle 80 a las nueve de la mañana. Carlos Escobar, el coordinador de la campaña, fue hasta la portería para timbrar en uno de los apartamen¬tos. «Ya baja», dijo después de volver al carro. Hacía sol. El día empezaba a calentar. EL ruido de una aeronave invadió de pronto el sector. Era un helicóptero que repartía unos volantes desde el aire.

En la calle, la gente salía corriendo para coger su mensaje. Carlos Escobar sonreía satisfe¬cho: eran hojas que contenían un llamado de Gustavo Bell Lemus, candidato a la Gober¬nación del Atlántico. La figura del primer aspirante al cargo público del departamento apareció sonriente detrás de los cristales de la puerta del edificio. Saludó a sus compañeros de viaje y subió al carro.