2 ago 2011

El Placer de una maestra de vereda

Por John Acosta

Desde el primer día en que llegó a su propio pueblo a oficiar como maestra, Mábel Esther Vega Montano recibió el azote de la discriminación. «Qué puede saber la negrita de María», supo que dijo una señora del caserío. Y ella, la hija de la señora María, se propuso trabajar duro y parejo para demostrarle a la incredulidad de sus paisanos que sí se podía ser profesor, aunque se naciera en una vereda tan apartada del mundo como El Placer.

Había hecho hasta tercero de primaria entre el enjambre de muchachos asustados que se aglutinaban en un solo salón para recibir las clases de una maestra que debía repartir el día entre los oficios de su casa y enseñar un ratico a los niños de primero, otro a los de segundo y otro a los de tercero, en una maratón admirable para una profesora que ni siquiera había iniciado el bachillerato. El Placer era una vereda de ocho casas de barro y techo de paja, regadas entre las lomas que están en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta.

La crónica y el Nuevo País

(Fragmentos de la conferencia sobre Nuevo Periodismo para un Nuevo País, dictada por Juan Gossaín en Riohacha, el 3 de agosto de 1991, durante el seminario Actualización en Radio, Prensa y Televisión)

Esta mañana se dijo aquí, anticipándose a lo que yo iba a decir, que dentro de este panorama del Nuevo País y del nuevo periodismo y del nuevo periodista colombiano, se ha ido perdiendo la crónica en los periódicos. Esa crónica sabrosa, de ambiente, en la que se mezclan rasgos literarios con hechos periodísticos. Yo debo decir que lo que ha desaparecido es la crónica, pero no los cronistas. Me aterra pensar que los periódicos están eliminando al cronista. La respuesta que le dan a uno siempre es "se acabaron los cronistas".