Por John Acosta
Ahí están. Erguidos e imponentes. Desafiando los vientos que merodean con insistencia. Con una altura de 72 metros, forman parte del sistema de manejo de carbón de la mina, cuya construcción se terminó en el último trimestre de 1984. Se trata de los silos.
Cuatrocientos hombres se necesitaron para levantar las dos torres gemelas que se alcanzan a ver desde cualquier punto del área de la Mina. Estructuras de alambre y de hierro, vigas de acero, talleres de carpintería, decenas de metros cúbicos de concreto. Polvo, sol, ruido de maquinaria, pliegos de planos. Ese fue el ambiente de trabajo que se vivió en las 24 horas diarias de labores.
También hubo lluvias. Pocas, pero quedaron grabadas para siempre en las personas que participaron de aquellas titánicas jornadas: la intensidad de los aguaceros provocó más de un estrago en la etapa de construcción. Rafael Rangel, un ingeniero eléctrico que estuvo de lleno en los trabajos de levantamiento de los silos y que ahora es un codueño de una de las empresas contratistas que le sirven a Cerrejón, nunca olvidará un caso insólito, increíble de verdad, que presenció en una de esas arduas batallas de construcción.