25 mar 2012

Historia del Cerrejón (4): Comiendo chivo y queso de cabra en Puerto Bolívar


Por John Acosta

Dibujo de Javier COVO Torres
Eduardo Gutiérrez llegó a Media Luna cuando sus moradores todavía miraban pasar los barcos contrabandistas sin ninguna esperanza. Lo único que existía en el sector eran las rancherías regadas por los arenales del desierto. Allá fue a parar el grupo de hombres encargado de realizar los trabajos en el mar. Todas las mañanas debían levantarse temprano. Se bañaban debajo de un trupillo, al aire libre. Desayunaban con los alimentos típicos de la región. Y enfrentaban las aguas saladas montados en los remolcadores.

Historia del Cerrejón (3): Puerto Bolívar, la sorpresa de su hallazgo


Por John Acosta

Media Luna era un caserío de indígenas condenado a ver pasar los años  en los barcos de contrabandistas que transitaban por el canal  natural de aguas profundas, originado desde el océano hacia Bahía Portete por los designios sagrados de la naturaleza. Sus habitantes estaban destinados a dejar transcurrir los días en el sopor del sol tropical, acostados en un chinchorro bajo la sombra de su enramada de yotojoro (especie de madera que tiene el cardón por dentro y que los indígenas guajiros utilizan en el cercado de sus corrales y en el techo de sus viviendas), mientras la embarcación cruzaba con su carga de mercancías.

Historia del complejo carbonífero Cerrejón (2): Así fue la etapa de exploración


Por John Acosta

Era de madrugada. Los primeros cantos de los pájaros silvestres invadieron el campamento. Una brisa seca y fría inundaba el ambiente. Detrás de la serranía, el cielo era rojizo: iba a salir el sol. A lo lejos se escuchaba el bramido de los terneros encerrados en los corrales: estaban ordeñando las vacas. Por las rendijas de las ventanas de las barracas se escapaban rayos de las luces recién encendidas.

Los más madrugadores estaban metidos ya en los baños. Los demás, se desperezaban en sus camas. Pacho, el cocinero chino que los tenía cautivados a todos por su destreza en las artes culinarias y por su jerga de oriental novato, había preparado el desayuno.

A las siete salieron. Con sus cascos de ingenieros y sus botas de mineros en potencia. A esa hora, el sol empezaba a calentar. El cielo estaba más despejado que nunca. Y la brisa perdía poco a poco su capacidad de enfriamiento.

Historia del complejo carbonífero Cerrejón (1): Así llegaban los pioneros a La Guajira


Por John Acosta

Aspecto del campamento de Tabaco. Al fondo, la pista de aterrizaje,
 con el avión que viajaba los jueves Bogotá-Tabaco-Bogotá
Hacía mucho frío. La brisa helada de esa mañana glacial ponía a temblar a cualquiera. A esa hora, el ambiente en el aeropuerto era como la atmósfera de esa ciudad: siempre gris. La gente llegaba atrasada. Se bajaba del taxi a toda prisa. Confirmaba su tiquete y entregaba su equipaje. Sólo entonces sonreía feliz: no la había dejado el avión.

Mujeres con sus abrigos de paño y sus caras recién maquilladas. Hombres con sus sacos y corbatas o sus chaquetas de cuero fino. Policías caminando con sus manos enlazadas hacia atrás, entumidos por el frío. Maleteros con sus uniformes de porteros de taberna y sus carros de tubo ofreciendo sus servicios. Y la voz de la dama que anunciaba, por los altoparlantes invisibles, la salida y llegada del último vuelo, con la característica de siempre: nadie entendía qué decía.