26 abr 2012

Un estudiante pobre que no le dio la gana de marcharle a la violencia


Por John Acosta

Todavía recuerda su viaje incierto a Pereira, la capital del remoto departamento de Risaralda, enclavado en el corazón de los Andes colombianos. Había salido de Riohacha, capital del caribeño departamento de La Guajira, con 170 mil pesos en el bolsillo y su alma preñada de sueños. Se fue por Medellín. A sus 17 años, no conocía sino hasta Montería: "Iba a ciegas", diría después. Cuando llegó a la terminal de transporte de la ciudad cafetera, se sintió el hombre más solo del mundo. Al subirse al primer taxi que encontró, el conductor lo vio por el espejo y tuvo que darse cuenta de la cara de angustia porque le preguntó para dónde iba con voz de lástima. No sabía qué responderle, pero debía hablar enseguida. "Para el centro", fue lo único que se le ocurrió decir.