Por John Acosta
Ena Luz Aguilar Arizmendi probó la hiel del fracaso cuando tuvo su primer
negocio. Había puesto todo su empeño en la culminación de uno de sus grandes
anhelos, un taller de confección. Como pudo, se metió en 1983 en el compromiso de
unas máquinas y contrató a tres operarías para que la ayudaran. Al año tuvo
que desistir de su terquedad de seguir manteniendo un negocio que no le daba
ganancias.