2 jun 2012

Préstamos blandos a pequeñas unidades productivas: pagar, paga


Por John Acosta

Cada semana, la vieja Aba mandaba a su nieto a la tienda de la señora Fanny a buscar fiado las cinco libras de arroz en el pote de lata en el que seis años atrás vinieron las galletas de soda, la caneca con los cinco litros de aceite vegetal, la barra de jabón para la­var los chismes y la otra para la ropa, los cuatro plátanos verdes y los dos maduros del almuerzo, y el galón de petróleo para prender la lámpara en las noches y encender el fogón en las madruga­das. En la mochila de fique que el pequeño llevaba ter­ciada en su hombro iz­quierdo para echar las compras, estaba la libreta de hojas de cuadernos en desuso que la vieja cosía para que la dueña de la tienda anotara en él la mis­ma cuenta de su libro de deudores.