21 jun 2012

Sí hay una Guajira solidaria, afortunadamente


Por John Acosta

La Guajira era sólo un pedazo de tierra que se adentraba al mar como escudriñando, en el vaivén de las olas, los misteriosos mensajes de otros mundos lejanos. Y habitada por gente estupefacta que no lograba responderse todavía qué se había hecho el pasado inmediato de una riqueza efímera, pero ruidosa, que la mantuvo en un estado de éxtasis esquizofrénico. La producción y comercialización de marihuana había pasado como una ráfaga de viento que los mantuvo a todos en el vilo de la opulencia desbordada. Fue una especie de máscara carnavalesca que representó la comedia real de una felicidad sin límites: los envolvió en un limbo de fantasías alcanzables en donde creyeron permanecer hasta más allá de la eternidad.