Por
John Acosta
Uno podría afirmar, para
expeler toda esa ira acumulada en un año de sucesivas impotencias ante las
notorias deficiencias del servicio, que la profundidad de la crisis del
capitalismo actual se ve reflejada en el hecho de que el hombre más rico del
mundo sustente su fortuna en la empresa más ineficiente del orbe. Uno, que ha
padecido en carne propia las constantes fallas de la inservible Claro, no puede
creer que el dueño de ese monumento a la inutilidad lleve tanto tiempo
apareciendo en los medios de información económica como la persona más
acaudalada del planeta.
O los clientes de Claro
somos unos idiotas o el mexicano Carlos Slim, el flamante propietario de esta
organización (¿o desorganización?), es un vivazo de primera categoría.