19 abr 2014

El Gabo que nunca conocí

Por John Acosta

María Bolaños leía el libro de más de 300 páginas, sentada en una banca sin espaldar,  debajo del palo de mango que estaba en la esquina de afuera del patio de Juan Pertuz, diagonal a la entrada del único colegio de bachillerato de Casacará. Yo acababa de salir a recreo e iba a la casa de Juan a comprar un boli de guanábana. Conmigo iban Silvio Macea, a quien, muchos años después, asesinarían los paramilitares en Codazzi, y Germán Ramírez. “Mira el mamenúo que nos toca leer en cuarto”, dijo Germán,  mientras señalaba el libro que María Bolaños tenía entre sus manos. Entonces, pude ver con claridad la carátula. Arriba estaba el título: Cien años de soledad; en el centro, la fotografía a color del rostro, surcado por las arrugas, de una vieja centenaria, coronada con un sombrero de copa: una campesina de los Andes colombianos, la versión cachaca de Úrsula Iguarán, protagonista del libro; debajo, el nombre del autor: Gabriel García Márquez.