26 ago 2015

Frontera entre Colombia y Venezuela: cicatriz latinoamericana abierta

Por Linda Esperanza Aragón

La realidad que experimentan Colombia y Venezuela está atiborrada de tensiones y lesiones. Lo que viven, parece un principio de incertidumbre que trasciende hacia una coyuntura caótica. Si bien, las fronteras son las cicatrices del mundo, hoy por hoy el límite colombo – venezolano es una cicatriz abierta que sangra. La cruda decisión de Maduro de cerrarle el paso a nuestro país, promovió al derrumbe de las aspiraciones de los colombianos que fueron deportados. Van 800 expulsados. Algunos padres son separados de sus hijos. El abandono de las casas debe ser volátil. Lo que pueden tomar estas personas son cosas que les permitan correr y darse prisa.

La rivalidad entre Diomedes Díaz y Jorge Oñate, contada por un oñatista

Por Guillermo Amílkar Cuello Molina

Ese día, no estaba dispuesto a aceptarle más indirectas e insultos a los diomedistas. Empecé a temprano por la tarde a tomarme unas cervezas donde el señor Carlos Nieto, que había hecho un estaderito  al lado de la bomba que gerenciaba, justo donde construyó  su casita; solo un par de personas degustaba tranquilamente en aquella tarde calurosa y la cerveza fría rodaba por las gargantas refrescando el cuerpo y calando esa sensación de euforia interna que produce el alcohol poco a poco, una mezcla del calor sofocante y el frío de la bebida que generaba un temple sabroso que iba soltando lenguas y personalidades escondidas.

Ese día, iba a degustar con la tranquilidad de un seguidor furibundo el acetato de Jorge Oñate y Juancho Rois: Trece aniversario, era el título del trabajo discogtráfico. Corría el año 1982 y en el mencionado sitio nos habíamos citado mi amigo Juan Carlos Moreno, oñatista como yo, quien había ido a la cabecera municipal, Codazzi, a comprar el disco que había salido dos días atrás. Cuando llegó,  ya yo le llevaba una ventaja de 4 cuatro cervezas  e, inmediatamente, solicitamos a don Carlos que colocara el long play (LP) y que hiciera una excepción en el volumen. 

24 ago 2015

Fue el colegio de La Junta y no uno de Valledupar el que le otorgó el título de bachiller a Diomedes Díaz

El entonces rector del Colegio Huges Manuel Lacouture, de
La Junta, le otorga el título de bachiller Honoris Causa
 a Diomedes Díaz
Por John Acosta @Joacoro

Una vez terminé la primaria en La Junta, en 1977, me tocó abandonar al pueblo donde había pasado mi niñez y la primera parte de mi adolescencia porque todavía no habían construido el colegio de bachillerato. El viernes 18 de enero de 1980 fue inaugurada la institución de secundaria Hugues Manuel Lacouture. Y en 1986 salió la primera promoción de bachilleres, tres años después de que yo me recibí como bachiller en otro colegio de otra población. El viernes 3 de diciembre de 1993, el entonces rector de la nueva institución educativa, Denis Escrigas Bonilla, le entregó el diploma Honoris Causa a un hijo de La Junta, que se había vuelto famoso por componer e interpretar hermosas canciones del folclor vallenato. Diomedes Díaz Maestre recibió feliz ese grado del colegio Hugues Manuel Lacouture, de La Junta, pero en la novela de RCN sobre la vida y obra del cantante y compositor dijeron que el pergamino se lo entregó a El Cacique el Colegio Nacional Loperena en 1995. Lo cierto es que este canal televisivo no es lo único que ha tratado de opacar la iniciativa del colegio juntero.

12 ago 2015

El Siglo XXI hay que pensarlo ahora

Por John Acosta

La universidad está llamada a ser un recinto de reflexión permanente sobre los aconteceres que afectan profundamente la humanidad. Por supuesto, no se trata de un monólogo de saberes que haga gala de la sociedad del mutuo elogio, sino un discurrir respetuoso de conceptos contrarios, una invitación constante al diálogo constructivo y a  la tolerancia activa, por la disidencia de pensamientos. En todo caso, hacer un escrutinio juicioso, y desde todos los ángulos, de la azarosa época que nos ha llamado a ser testigos y protagonistas de su transitar vertiginoso. No obstante la rapidez en que se vive en este mundo contemporáneo, afortunadamente, ha habido seres humanos que se han detenido a analizar el alud de sucesos que se producen a cada instante: lo llevan a cabo, ciertamente, desde distintas orillas ideológicas y culturales, pero desde un análisis bien intencionado.

La verdad, pocas veces se tiene la providencial oportunidad de presenciar en vivo un diálogo de altura entre pensadores de diferentes tendencias sobre importantes temas de actualidad. La universidad debe propiciar esos espacios que motivan al resto de los mortales a recapacitar sobre su devenir. Los salones de clases no deben quedarse solo en el compartimiento de saberes entre docentes y estudiantes, sino que deben trascender hacia el exterior e integrarse con la cotidianidad de la vida que fluye a borbotones por doquier. Esa simbiosis es la que nos ayudará a comprender entre todos los enigmas de la contemporaneidad para no alejarnos de lo que debe ser la razón de la academia: contribuir a la búsqueda de un mundo feliz.