Por
John Acosta @Joacoro
El soldado Eldivier Enrique Oñate
Gutiérrez, a quien apodan El Neno, vio que su amigo y compañero en armas se le
acercó sonriente esa media mañana. “Lanza, mi Mayor me preguntó si yo sabía
dónde queda La Junta, como que quieren ir a visitar a Diomedes Díaz”, le dijo
el soldado Carlos Andrés Maestre, hijo de Juan Maestre, el administrador de unas de las
fincas de El Cacique. El soldado Oñate se sintió regocijado porque su Mayor del
Ejército quería conocer el pueblo de sus entrañas. Al poco rato, regresó el
mismo soldado Maestre, pero con cara de tragedia. “Lanza, no van a visitar al
Cacique, lo van a capturar”, le dijo. Entonces, entendieron que todos esos
andinos (cachachos, le decimos en el Caribe colombiano) que habían llegado bien
armados y vestidos de civil la noche anterior al Batallón Rondón, de la
población de Buenavista, en La Guajira, tenían la misión de llevarse preso a
Diomedes Díaz. “Pero se van a jodé porque ya es que voy a llamar a que lo
pongan en alerta”, le respondió el soldado Oñate a su amigo. Y se arriesgó a ir
a la oficina de Telecom a realizar la llamada de larga distancia.