20 oct 2015

Mientras Japón y Colombia acorralan a las humanidades, mi hija de 13 años gana el concurso de cuentos de su colegio

Por John Acosta

La pregunta la lanzó de repente: “todavía no he podido entender qué hace un curso como Emprendimiento en el Departamento de Humanidades”. Yo acababa de llegar a ese departamento en la universidad y apenas me estaba empapando de los procesos. Le respondí al administrador de empresas lo que tenía que responderle: “la razón es sencilla: nuestra universidad no está formando robots creadores de empresas, sino a seres humanos que ideen negocios rentables”.  No pude evitar remontarme a la anécdota que el escritor español José Luis Martín Descalzo contó en su artículo Una fábrica de monstruos educadísimos. Dijo que lo había impresionado mucho lo que escribió una maestra de escuela, que había residido en los campos de concentración nazi.

“Comentaba que aquellas cámaras de gas habían sido construidas por ingenieros especialistas. Que las inyecciones letales las ponían médicos o enfermeros titulados. Que niños recién nacidos eran asfixiados por asistentes sanitarias competentísimas. Que mujeres y niños habían sido fusilados por gentes con estudios, por doctores y licenciados. Y concluía: ´Desde que me di cuenta de esto, sospecho de la educación que estamos impartiendo´, escribió Martín Descalzo en su artículo.