La
pregunta la lanzó de repente: “todavía no he podido entender qué hace un curso
como Emprendimiento en el Departamento de Humanidades”. Yo acababa de llegar a
ese departamento en la universidad y apenas me estaba empapando de los
procesos. Le respondí al administrador de empresas lo que tenía que
responderle: “la razón es sencilla: nuestra universidad no está formando robots
creadores de empresas, sino a seres humanos que ideen negocios rentables”. No pude evitar remontarme a la anécdota que el
escritor español José Luis Martín Descalzo contó en su artículo Una fábrica de monstruos educadísimos. Dijo que lo había impresionado mucho lo que escribió una maestra de escuela, que
había residido en los campos de concentración nazi.
“Comentaba
que aquellas cámaras de gas habían sido construidas por ingenieros
especialistas. Que las inyecciones letales las ponían médicos o enfermeros
titulados. Que niños recién nacidos eran asfixiados por asistentes sanitarias
competentísimas. Que mujeres y niños habían sido fusilados por gentes con
estudios, por doctores y licenciados. Y concluía: ´Desde que me di cuenta de
esto, sospecho de la educación que estamos impartiendo´, escribió Martín Descalzo
en su artículo.