Por
John Acosta
Confieso que me vine a enterar
de que existían unos nuevos intérpretes de música vallenata, cuando los medios
de comunicación registraron con gran despliegue la muerte de Kaleth Morales,
ocurrida en un accidente de carretera el 24 de agosto de 2005. Recuerdo que,
entonces, me asombré yo mismo de que no tuviera ni la más mínima idea de quién
era ese joven cuya muerte generara tanto eco en la gran prensa colombiana. Embaído
como estaba con la música de lo que yo consideraba los cuatro grandes del
vallenato (Diomedes Díaz, Los Hermanos Zuleta, Jorge Oñate y Los Betos, pues ya
Rafael Orozco había sido asesinado), apenas sí miraba, cuando pasaba
rápidamente los canales de televisión con el control, unos aparecidos que se
presentaban en las tarimas ambulantes de El show de las Estrellas, de Jorge
Barón Televisión: me burlaba de esas baladas y rancheras con acordeón, que no
tenían nada qué ver con el vallenato verdadero. Sí me extrañaba ver, en medio
de la rapidez con que buscaba en la programación algo que me entretuviera, cómo
el público asistente coreaba con entusiasmo lo que el joven cantante interpretaba.
“Ahí están pintados los cachacos: definitivamente, no saben nada de
vallenatos”, me decía mientras seguía en búsqueda del canal que me atrapara.