22 oct 2016

El voto en blanco devolverá la grandeza a La Guajira altiva

Foto tomada del portal La Guajira Hoy
Por John Acosta

El corrupto costeño lucha para que su región sea la más miserable del país porque sabe que su única forma de reinar en ella es jugando con el hambre de sus propios paisanos. La clase política de la región caribe colombiana, en su mayoría, no tiene ideología distinta a la del pueril e insaciable favorecimiento personal: uno los ve cambiarse de partido, sin inmutarse siquiera, de acuerdo al que le ofrezca la certeza de la contratación fraudulenta, desde las más altas esferas del poder oficial en Bogotá. Uno no entiende cómo suceden estos terribles hechos, cuando, a cambio de una, Colombia tiene, por lo menos, tres máximas cortes que, se supone, deben velar para que no se quebrante el ordenamiento jurídico y se condene a quien insista en usar la ley para su propio beneficio; a no ser que sea cierto lo que siempre se escucha en la región, inmediatamente después de cada votación para gobernadores y alcaldes: que para ganar la demanda en contra de su elección, el alcalde o gobernador electo tiene que pagarle al magistrado ponente, que se ganó la lotería del caso, cinco mil, diez mil y hasta veinte mil millones de pesos, que, después, por supuesto, el acusado debe reponer del erario público. A veces, a alguna de las cortes le da unos ataques esporádicos de moral pública y ve uno fallos afortunados como el de la anulación de la elección de Oneida Pinto a la Gobernación de La Guajira.