13 oct 2017

El amor le ganó la partida al calor costeño

Por John Acosta

Luis Felipe Pinzón estaba a punto de renunciar al sentimiento más grande que él había experimentado en su corazón por una mujer: el calor insoportable que envuelve a los pueblos y ciudades del Caribe colombiano le estaban ganado la partida a ese amor que él acunó con alegría y esperanza en la mitad de su pecho. Llegó a la población de Codazzi, en el departamento del Cesar, a más de 20 horas en carro de su tierra natal, con la decisión irrenunciable de hacer vida en común con la mujer que le removió hasta las fibras más apartadas de su alma: Karina Acosta Tapia. Cuando pisó por primera vez tierra codacense, sintió de una el golpe certero que le propinó en su cuerpo la altísima temperatura que consume a fuego lento la tranquilidad de los visitantes de esta próspera comarca de la música vallenata en guitarra. Luis Felipe llegaba de Ibagué, una ciudad andina con una temperatura promedio de 24°C: ahora tenía que soportar calores hasta de 35°C. Afortunadamente, a miles de kilómetros de allí, un joven profesional de Codazzi observó cómo en Florida (Estados Unidos), la gente usaba en verano un sistema de aspersión para mejorar el clima en restaurantes abiertos y parques temáticos. José Alfredo Acosta Tapia no dudó un instante en pensar que esa podría ser la oportunidad para que en la costa norte de Colombia se pudiera disfrutar de un clima confortable y a muy bajo costo: no se imaginó, entonces, que esa idea fabulosa fue la determinante para que su cuñado Luis Felipe Pinzón pudiera hacer que su amor profundo le ganara la partida al
intenso calor de Codazzi.