Por John Acosta @Joacoro
Supongo
que se enteraron de la aflicción de sus profesores porque era ya vox populi el
drama familiar que estábamos padeciendo los empleados de la Universidad
Autónoma del Caribe; varias veces, algunos interrumpían la clase para preguntar
lo de siempre: “Profe, ¿a usted ya le pagaron?” Y el docente no sabía si darle
rienda suelta al sufrimiento que le embargaba el alma o si, por el contrario,
seguir guardando a sus estudiantes ese secreto a voces: su responsabilidad
frente al deber adquirido con esos muchachos que habían pagado su matrícula,
confiando su sueño a esa persona que tenía de pie en el salón de clases, eso,
mezclado un poco con el temor de ser acusado de agitador, le impedía al maestro
responder a esa pregunta súbita como él quisiera. “No, todavía no”, se limitaba
a revelar, incluso, en contra de sí mismo. Hasta que los jóvenes no aguantaron
más y decidieron hacer suya la lucha por la dignidad académica.